Por Francesca Vive, académica de la carrera de Arquitectura de la U.Central Región de Coquimbo.
Si pensamos en el origen de nuestras ciudades, resulta útil remontarnos al momento de la revolución industrial, donde se generan los éxodos masivos desde el campo hasta los centros urbanos. En este contexto, la ciudad resultó ser un atractivo para quienes buscaban oportunidades laborales, lo que suscitó consecuencias inmediatas que se manifestaron como graves problemas urbanos a causa de los inevitables hacinamientos que se experimentaron por la incapacidad de la ciudad para recibir a los migrantes de forma masiva. Entendiéndose la ciudad como espacio común de oportunidades que requiere de normas para que se dé una convivencia armónica con nuestro contexto natural.
Actualmente dicto un curso electivo de Derecho Urbanístico en la Universidad Central Región de Coquimbo, donde revisamos estos temas, desde la evolución del origen de las ciudades a lo que
tenemos como imagen de ciudad en la actualidad. Cabe destacar que no todas las ciudades se originan de la planificación urbana como es el caso de Santiago de Chile, sino que algunas también surgen de forma espontánea. Es necesario sopesar y observar dónde están surgiendo estas nuevas urbanizaciones de carácter espontáneo. Las tomas en la zona costera de la Región de Atacama han sido de las que más impacto me han generado y pongo sobre los interrogantes: ¿Actualmente podrían definirse varios de los planes reguladores como obsoletos, demorados, reactivos y carentes de armonía con la naturaleza? Por ende ¿Qué hemos hecho con nuestras ciudades?
Nos encontramos en un estado de “Crisis de Ciudad y Crisis Habitacional”, donde la sostenibilidad y el retorno de la ciudad al campo se han posicionado como respuestas al daño que le hemos hecho a las ciudades y también por los elevados costos del metro cuadrado en la urbe. Sin embargo, si observamos las noticias respecto de los temas urbanos, es importante con relación a lo que se
construye en la ciudad, reflexionar sobre la evidente falta de conciencia en la interacción con el medio ambiente. Por ejemplo, se construyó un edificio sobre una zona de dunas – santuario de la
naturaleza, con extrañas disminuciones en cuanto a su superficie total en Concón; ambientalistas paralizan obras en ribera del río Elqui, cercano a zona de humedales urbanos en La Serena, donde
existe riesgo de desborde e inundación; proyecto residencial se inunda luego de las lluvias en Curacaví, ciudadadanos penquistas se oponen a loteos en Santuario de la comuna de Hualpén y dentro de las últimas novedades aparecen nuevos socavones en Zapallar.
Se nos olvida que “las dunas, ríos y ecosistemas tienen memoria” y que los instrumentos de planificación territorial están llenos de vacíos normativos que ponen en riesgo a la naturaleza y a los
ciudadanos que habitamos en ella y urge que la Ordenanza de Urbanismo y Construcciones, basada en la Ley General de Urbanismo y Construcción, que provienen de la actual constitución chilena, sea reformada con el fin de un habitar armónico con la naturaleza basado en la participación ciudadana de todos los chilenos y chilenas que conformamos la nación y así podamos vivir en armonía con nuestros paisajes majestuosos a lo largo de todo el territorio y maritorio nacional.